La paradoja urbana de vivir solo en la multitud

La paradoja urbana de vivir solo en la multitud
Paradójicamente, la ciudad se densifica, se verticaliza, pero sus habitantes viven cada vez más atomizados. Por otra parte, más allá de la transformación sociodemográfica y de la composición de los hogares y la dinámica inmobiliaria, hay antecedentes que advierten sobre eventuales consecuencias psicosociales de estos procesos.

En Chile, uno de cada cinco hogares está compuesto por una sola persona. Detrás de esta cifra, revelada por el último Censo de Población y Vivienda 2024, hay una transformación profunda y silenciosa que cambia cómo vivimos y cómo nos relacionamos en la ciudad.

Específicamente, la proporción de hogares unipersonales pasó de un 7% en 1990 a un 22% en 2024, y, a pesar de sus diferencias internas, es transversal en la sociedad chilena, tanto por edad, género o nivel socioeconómico.

En el Día Mundial del Urbanismo, que se celebra este 8 de noviembre, es preciso analizar esta nueva realidad y preguntarse, desde la planificación urbana, cómo adaptar nuestras ciudades y sus formas tradicionales de convivencia e institucionalidad, acorde a las oportunidades y riesgos que implica esta tendencia a constituir hogares individuales.

La ciudad, entendida desde los orígenes de los estudios urbanos, siempre se pensó en torno a comunidades con estructuras familiares típicas, constituidas en barrios, más o menos segregados, pero con fuertes vínculos locales de sociabilidad, que daban sentido de pertenencia a un topos. Esta estructura ha estado presente en la discusión por décadas, influenciando nuestras políticas habitacionales y urbanas.

El hogar individual implica, entonces, nuevas formas de conexión social, probablemente deslocalizada y de vínculos débiles, aumentando los riesgos de soledad y aislamiento social. Como lo mostró Déficit Cero y Colaborativa (2024) se trata de jóvenes en emancipación, adultos sin hijos, padres o madres separados, nidos vacíos monoparentales y personas mayores, entre otros.

En este escenario, el crecimiento sostenido de los hogares unipersonales constituye una de las transformaciones estructurales escasamente reconocida en el diseño e implementación de políticas habitacionales, aunque captada eficazmente por el mercado inmobiliario, principalmente a través de la producción masiva de departamentos pequeños en edificios en altura destinados a la inversión y al arriendo, así como también por el mercado informal de arriendo de piezas.

Paradójicamente, la ciudad se densifica, se verticaliza, pero sus habitantes viven cada vez más atomizados.
Por otra parte, más allá de la transformación sociodemográfica y de la composición de los hogares y la dinámica inmobiliaria, hay antecedentes que advierten sobre eventuales consecuencias psicosociales de estos procesos. Según la Encuesta Nacional Bicentenario UC 2023, un 19% de los chilenos declara no contar con un amigo cercano y un 13% señala no conocer a ningún vecino por su nombre. Según la misma encuesta en su versión 2025, el 48% declara haberse sentido solo al menos algunas veces durante la última semana, porcentaje que sube a 60% en hogares unipersonales. Mientras, la confianza interpersonal no supera el 23%.

La ciudad, en consecuencia, puede y debe contribuir a producir más y mejores espacios de encuentro, nuevas formas de vivienda, de habitar, de espacio público, servicios y movilidad que permitan construir escenarios relacionales nuevos, que reconecten vidas individuales, cada vez más enlazadas virtualmente, con y en el territorio entre personas que viven solas, pero no necesariamente en soledad.

 

(Fuente: eldinamo.cl)


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“Bono pie”: la trampa silenciosa que está inflando el mercado inmobiliario

“Bono pie”: la trampa silenciosa que está inflando el mercado inmobiliario
Propiedades infladas, triste pero real. Los bancos lo saben y lo permiten porque no es ilegal, pero al revisarlo en detalle nos damos cuenta que tampoco es tan correcto.

Porque eso es efectivamente lo que ocurre con una de las prácticas que ha entrado con fuerza en el mercado inmobiliario: el bono pie, cuenta Matías Echeverría, CEO y fundador de HousePricing.

Hemos analizado decenas de departamentos en Santiago, especialmente en el segmento bajo las 2.500 UF. ¿Y qué encontramos? Un patrón inquietante: proyectos con bonos pie del 10% al 20% cuyos precios superan incluso el rango máximo de estimación de mercado según los datos de HousePricing. En otras palabras, una inflación notoria al mirar los números fríamente.

Por ejemplo, tomemos un caso real de una propiedad cuyo valor es de 2.200 UF y tiene una estimación promedio en HousePricing de 2.250 UF con un máximo de 2.350 UF, pero nos encontramos que la misma propiedad tiene un valor con bono pie de 2.600 UF.

¿El resultado? Una propiedad con “bono” termina vendiéndose por sobre su valor máximo. Si revisamos en detalle lo que ocurrió es que el banco recibe una tasación “formal” que valida ese precio inflado, financia el 90% sin cuestionar nada.

El gran perdedor es el comprador porque se enfrenta al sobreendeudamiento y a una inflación artificial de precios, especialmente en segmentos bajos. Asimismo, se enfrenta a un sistema hipotecario que se sostiene sobre tasaciones que no detectan las distorsiones.

El famoso bono pie suena como ayuda, pero es un canto de sirena que perjudica al comprador que se siente atraído por una atractiva oferta del tipo: “No necesitas poner pie, te regalamos un bono del 10%”.

Pero la letra chica dice otra cosa: el precio de la propiedad se infla para cubrir ese supuesto beneficio. Así, cuando el banco financia el 90% del valor publicado, en realidad estás comprando sin pie… pero pagando un crédito por el 100% del valor real.

Es cierto que no se pone el  pie, pero la persona se endeuda por un valor inflado. A eso se suma que el dividendo mensual sube, el mercado se distorsiona y todos miran hacia otro lado.

¿Por qué ocurre esto? Hay dos razones principales: una, los bancos aceptan a ciegas cualquier tasación “formal”, sin validación de datos y la otra es que se usan tasaciones manuales vulnerables al fraude, donde los comparables se ajustan “mágicamente” para coincidir con el precio publicado.

Si realmente queremos un sistema saludable y confiable es el momento de que los actores como inmobiliarias y banca comiencen a mejorar las prácticas, no se trata de hacer beneficencia, se trata de que un mercado crece sano y de mejor forma cuando no se perjudica a uno de sus actores más relevantes: el comprador.

 

(Fuente: portalmetropolitano.cl)


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